BOQUIABIERTO EN EL MUSEO
Se viene arriba el comensal, que se gana la vida editando, cuando en la librería de un museo una mujer le interpela con educación: “Es usted el señor de Tapas”. Siempre pienso que es por las gafas, porque con el rostro en plan bandolero, para no infectar ni que me infecten, no es posible reconocer a nadie. El subidón de vanidad camufla el cabreo de que me vean como un señor, cuando yo en el mejor de los casos admitiría una adolescencia tardía. Pero me pongo tan contento que me dan ganas de invitarla a comer, pero no son horas. La revista que tienes entre tus manos se codea en el museo con los mejores libros de arte, arquitectura, diseño y gastronomía. No me atrevo a decirlo, pero sueño con que la…