ANIMALES
Aunque ya apuntaba su fervor a finales del siglo pasado, es en este primer tercio del xxi cuando la doctrina animalista ha desplegado su insólita radicalidad política y moral. Esta forma de pensar, con ecos religiosos y también revolucionarios, profesa que los animales son tan dignos de respeto como los seres humanos, que no debemos esclavizarlos ni martirizarlos y que su proyecto vital –aunque esté diseñado por la evolución y no por ellos mismos– merece tanta consideración como cualquiera de los nuestros. Considerado ayer una simple extravagancia minoritaria, hoy el animalismo anima partidos políticos, convoca congresos filosóficos, recibe el apoyo de personalidades del arte o la cultura y hasta protagoniza actos violentos, además de ejercer una vigilancia beligerante sobre el contenido de espectáculos o fiestas populares en los que intervengan…