EDITORIAL
LA MAGIA DEL FÚTBOL Hace unos años al emir de Catar se le antojó hospedar el Mundial de fútbol por un tema relacionado con servirse del mayor evento deportivo para demostrar que el suyo es un país normal con una democracia normal en la que normalmente se violan los derechos humanos de forma muy normal. Catar no tenía tradición futbolera, ni estadios, ni un clima mínimamente soportable, pero sí tenía una de las mayores reservas de gas mundiales y a Estados Unidos como cliente preferente, lo cual otorga a cualquier régimen político cierto pedigrí de democraticidad. Al menos hasta que los yanquis decidan que en lugar de comprarte el gas se lo van a quedar y te acusen de ser el Anticristo mientras te declaran la guerra. QUIEN TIENE UN TESORO TIENE…