Cruzada entre hermanos
Pocos acontecimientos medievales provocan tanta sorpresa como sonrojo. Cuando, en 1202, la cuarta cruzada partió con rumbo a Tierra Santa para liberar Jerusalén del dominio del islam, se produjo un giro de guion. Como afirma el especialista británico Jonathan Phillips, “los líderes de la campaña firmaron un contrato muy oneroso con Venecia, tierra de marineros, para transportar a los hombres hasta el otro lado del Mediterráneo porque los cruzados no tenían dinero para completar la empresa”. La astucia del anciano dogo Dandolo, unida a sus rencillas contra Bizancio, situó a Venecia en el corazón de una intriga que modificó el curso de la expedición. Constantinopla se convirtió en el punto de mira de los cruzados. Entre sus excusas, someter a la Iglesia ortodoxa al poder de Roma. Pero la realidad…