Soy materialista
Lo reconozco, y dicho esto, piensen ustedes lo que quieran de mí. Sí, bueno, quizás no sean las fechas más propicias para esta ridícula declaración universal, pero -ya es hora de confesarlo-, por encima de las formas, amo las materias. En ellas está el principio de cualquier belleza. Denme un terciopelo o un hierro, y a partir de aquí ya nos ponemos a jugar creativos con el color, con las líneas, con el diseño... La materia es el principio; si esta no es buena, apaga y vámonos. El uso magistral que, con las mejores de su clase, se ha hecho en las casas que traemos a este número es para ser copiado, así, sin tapujo alguno. Por favor (y llegados a este punto, tuteémonos), fijaos en los techos de hormigón…