¡Qué ganas de agua!
La piscina es un mundo dentro del gran universo que ya supone de por sí el verano. Cuando yo era niña, en mis agostos de la sierra madrileña solo nos bañábamos por la mañana: entrábamos en el agua a eso de las doce y ya no salíamos hasta que la mesa de la comida estaba puesta. Como pasas. Por la tarde no, la tarde tenía sus propios ritos estivales. Hoy, disfrutar del baño ha ampliado su horario, me atrevo a decir que hasta las 24 horas según qué zonas, y gran parte de esta costumbre la tiene el cambio climático, ese calor que cada vez llega antes y dura más. En cualquier caso, el tiempo que pasamos dentro o junto a la piscina es uno de los mayores placeres que…