El motor del CAMBIO
Publicaba el crítico de GQ Noel Ceballos hace unas semanas con motivo del 20º aniversario Amélie— que la cinta dirigida por Jean-Pierre Jeunet suponía “el epítome de lo parisino como agridulce estado mental, donde la tristeza y la soledad (como en otras películas de su director, los personajes viven marcados por un aislacionismo que la protagonista se encargará de erradicar a base de pequeñas acciones positivas) se dan la mano con una cierta sensación de euforia y, por qué no decirlo, orgullo patriótico. Cierto sector de la crítica europea, especialmente francesa, no dudó en denunciar que el Montmartre de la película, aparente cuento de hadas en colores puros y constante difuminado digital, podría leerse también como una cristalización del sueño lepenista: un barrio sin diversidad étnica de ningún tipo, anclado…