Carta del director
Las primeras líneas de esta carta las escribo en mi cabeza. Me he echado cera fijadora en el pelo y por eso el viento que lo golpea no lo hace revolotear como un cometa. Si acaso, lo fija más fuerte hasta dejar mi flequillo como un tobogán, dirección el cielo. Cuando llegue a tierra intentaré arreglar el estropicio. Doy vueltas a varios pensamientos más sofisticados que mi look mientras un taxi-lancha está a punto de dejarme de vuelta en el aeropuerto de Venecia después de 24 horas de stendhalazo. Ayer visité el Lido junto a una expedición de periodistas españoles y vimos una película olvidable dentro de un marco inolvidable. De su título me cuesta acordarme, pero no de la sensación de poderío de la Mostra; digna, regia, pomposa, chic.…