CARTA
Inmersa como estaba en el cierre de este número, las páginas e imágenes que lo forman se agolpaban en mi memoria mientras recorría las salas del Museo del Prado. Con el teléfono apagado por unas horas, mi atención se centraba en la pequeña mano que apretaba con fuerza la mía mientras una guía le explicaba fantásticas curiosidades sobre El jardín de las delicias y le hacía buscar las diferencias entre el Adán y Eva de Tiziano y el de Rubens. Casi al final del recorrido alcanzamos el objetivo principal de la visita, Las Meninas. Mientras nos acercábamos y alejábamos del cuadro para apreciar los misterios de la perspectiva y de la luz de Velázquez, el juego de maravillas tantas veces disfrutado parecía absolutamente nuevo para mí al descubrirlo a través…