ABRAZOS de ESPERANZA
Debo admitir que en los últimos meses ha habido algunos momentos en los que he perdido la esperanza. Cada vez que el peso de esta situación tan brutal que todos vivimos me ha angustiado, he hecho lo mismo: abrazar a mi hija. Recibir su calor y pensar en su futuro han sido el mejor revulsivo para mí y, de alguna manera, ese fue el sentimiento que quise convocar en este número de septiembre, tan distinto a cualquier otro que haya editado. Por las páginas de esta revista corretean niños, proliferan los abrazos, despuntan promesas de talento y se suceden las largas conversaciones sobre las lecciones aprendidas y las cábalas sobre lo que haremos a partir de ahora. Ahora que lo pienso este número se parece mucho a lo que ha…