CARTA
En mi primer día como directora de Vogue España, me sentí como Cenicienta. Como por arte de magia, antifaces y vestidos largos aparecieron en mi habitación de hotel en París para acudir a un baile de máscaras de alta costura. Casi cuatro años después, en mi último día en el cargo, los sentimientos son menos ingenuos pero igual de emocionantes. Llevo días recibiendo la mejor recompensa posible al trabajo realizado: el cariño de los que lo han hecho conmigo. No hay mejor medida del éxito ni gratificación que impactar en la vida de otras personas, sean estos lectores, colaboradores o compañeros. En mi primera carta como directora, en el número de abril de 2017, explicaba lo que había significado para mí escribir en estas páginas por primera vez, hace ahora 21…