CARTA DE LA EDITORA
libres, en el sentido más amplio y ambicioso de la palabra. De los horarios, de la productividad infinita, de toda obligación laboral y social. Es tan desenfrenado el ritmo que hasta a cada escasa franja de libertad le ponemos un plan, un nombre, una cadencia y un coto. Afortunadamente, nos queda el VERANO, en el que la única obligación es romper ese esquema en favor de los placeres y entregarse a ese delicioso no hacer nada. Hay uno de los muchos lugares comunes que compartimos en la redacción de ‘Vogue’ en el que nos recreamos con especial deleite año tras año y es el que consiste en enumerar nuestras palabras favoritas relacionadas con la etapa estival. Verano, verbena, chiringuito, siesta, siempre llegan las primeras. Son un elogio de la pereza…