EL EMPRESARIO DESNUDO
NO ES UNA BATALLITA. Conocí a un empresario tan elegante que su porte, su estilo, los 10.000 euros que llevaba encima, lejos de beneficiarle en su gestión empresarial, en sus negocios, le hacían mal. ¿Se preguntará el lector el nombre? Debo respetar la confidencialidad de mi oficio. Lo que le pasaba era que su elegancia, su delgadez que pintaría El Greco, irritaba a sus interlocutores. No hay negocio si dos no ganan o, si quieres, si dos no pierden. Una ganancia razonable y una pérdida controlada es un buen negocio. Lo otro es una conquista, una invasión, lo otro es dejar al contrincante humillado. Parece que lo estoy viendo entrar en las reuniones. Si tú te habías preocupado de la corbata, él llevaba el botón abierto casi hasta el ombligo. Si…