toda la verdad
■ CADA MAÑANA camino una media hora rumbo a la oficina (los cascos puestos, hoy ha sonado Robert Bravo, como tantos otros días últimamente) y juraría que casi siempre veo a la misma gente pasando más o menos por los mismos sitios a la misma hora. Recuerdo sus caras, recuerdo sus bolsos, incluso el trozo de pared o la tienda que les sirve de fondo a su paso. No es tan extraño: imagino que si sales a la misma hora, la rutina y el reloj hacen su trabajo. La gente tiene costumbres, sistemas, fórmulas. Si no, de qué íbamos a poder con nuestro día a día. Hoy me parece normal pero durante mucho tiempo creí que mi vida iba a ser anarquía bien entendida, que los horarios y las normas…