GQ España Diciembre 2021

BIENVENIDOS a nuestro número anual dedicado a los Men Of The Year. Durante más de veinte años, GQ ha terminado el año homenajeando a aquéllos (nota: ya no sólo a los hombres) que han ejercido un profundo impacto en nuestra cultura. Sin embargo, este año hemos querido ser un poco más concretos. Cuando nos pusimos a identificar a los personajes cuyo impacto en 2021 había sido mayor y más memorable, nos dimos cuenta de que comparten un mismo rasgo: la audacia. De hecho, creemos que es el rasgo más importante y más oportuno en este momento, y por ello hemos decidido bau tizar 2021 como ‘El año de los audaces’. Nos pusimos a explorar el mundo de la cultura en busca de personajes que encarnaran ese espíritu valiente, y el resultado comienza…

ME GUSTA mucho la música y por eso tengo canción favorita, disco favorito... Pero llevo la filia al límite y también tengo, por ejemplo, inicio de canción favorito; esto es, la primera frase de una canción que más me gusta, la que me genera más impacto. Y la que más me gusta es del cantautor canadiense Ron Sexsmith, que no es tan conocido como debería pero es maravilloso. Tiene una canción que comienza diciendo: “I’m a bit run down, but I’m OK"; que en una traducción un poco libre podría ser algo así como “estoy un poco jodido, pero estoy bien”. Es una canción de amor en positivo (él está mal y es un tipo cuestionable, pero ella nunca deja que se caiga del todo), pero creo que la frase,…

En Hitch-22, el libro en el que Christopher Hitchens relata aproximadamente su vida (la vida de Hitchens sólo puede contarse por aproximación, incluso –sobre todo– si la cuenta él), hay un pasaje extraordinario sobre su padre, Eric Hitchens. “Recordé de repente la palabra más despectiva que le había oído pronunciar nunca. Al descubrirle echado en la bañera con un cigarrillo, un libro y una copa en peligroso equilibrio [...], casi ladró: ‘¿Esto qué es? ¿Lujo?’. Comprendí al instante que ése era otro sinónimo de pecado, extraído del repertorio del viejo calvinismo”. ¡Lujo! Como si se le presentase el diablo en persona al padre de Hitchens, a quien Martin Amis acaba de regalar un libro precioso y necesario, Desde dentro (Anagrama, 2021). Hitchens murió hace diez años por un cáncer cuyo…

Después de todo lo vivido en estos casi dos años de interrupciones, dolor y crisis que han atravesado nuestros cuerpos hasta reducirnos a casi una suerte de pequeños insectos extremadamente vulnerables, no tengo claro que hayamos aprendido todas las lecciones. Ni mucho menos que, como algunos presagiaban en aquellos meses de aplausos y balcones, estemos recuperándonos, poco a poco, con la fatiga propia de quien siente que le han robado una parte de su vida, pero con un sentido mucho más empático, cuidadoso y hasta solidario de nuestra existencia. Mucho me temo que lo vivido, y lo sufrido, no ha hecho sino armarnos de mayores dosis de egoísmo libertario, de individualismo guerrero, de presentismo que nos sitúa en el aquí y en el ahora, sin mirada abierta hacia el futuro…

Lo malo de los que nos criamos con la tele es que uno acaba adoptando a través de ella la concepción del mundo. Durante muchos años debí pensar que Olvido Gara era una especie de tía con la que desayunaba los sábados por la mañana; y conocía mucho mejor las rutinas ficticias de Roberto y Ruth con Espínete que las que tuvieran mis hermanos con cualquier erizo. Los de la tele desarrollamos unos defectos gravísimos, desde adaptar nuestros gustos horarios a lo que decidía un consejo de administración nombrado por dos tercios del Congreso y el Senado; a creer que aprendíamos historia con las películas. Todavía recuerdo el susto que me pegué con el arranque de Gladiator, con esos trajes negros, y esas pieles, y esas botas pisando barro en una…

DICE SORRENTINO que no buscaba una copia de sí mismo. Ni que le recordara a él cuando era joven. Aunque, teniendo delante al director de La gran belleza y a Filippo Scotti, el casi debutante que protagoniza su último filme, Fue la mano de dios (estreno en cines 3 de diciembre, en Netflix 15 de diciembre), es inevitable ver alguna reminiscencia física: ese pelo rizado y naturalmente despreocupado, una nariz con personalidad. Pero, sobre todo, es la postura, es su forma de presentarse al mundo, una timidez encantadora. Si se parecen ahora con 30 años de diferencia, es fácil descubrir por qué el cineasta vio en este chaval a su yo adolescente. Y aun así no fue fácil para Scotti conseguir el papel. “Pasé por unas cuatro o cinco pruebas de…