Días de puertas abiertas
Mis amigos los De la Esperanza tenían una costumbre –heredada probablemente de la hospitalidad caribeña de su familia materna, de origen cubano–, que consistía en organizar un open house el día de Nochebuena. Las puertas de la casa se abrían de par en par desde la mañana hasta bien entrada la tarde. Todo el que pasaba por allí era bienvenido. ¿Que habías madrugado y acudías temprano? Te recibían con un chocolate calentito o un café humeante y deliciosos croissants. No resultaba extraño coincidir con algún amigo del sector juvenil de la familia –recién llegado de una noche de juerga– o con alguna vieja tía solterona, que se presentaba tras la misa matinal. A la hora del aperitivo, las botellas de vino y champagne se descorchaban sin tregua y los platos…