El patrón no era un tequila
En una lejana galaxia, los baby boomers soñábamos con tener un solo empleador de por vida. Fresca en mi memoria, la mañana en la que me presenté a las oposiciones de un banco (mi padre trabajó toda la vida en uno: primero en el Rural y Mediterráneo, luego en el Banco Exterior de España y, por último, en Argentaria). Aquella mañana de primavera coincidí con otro amigo, hoy excelente creativo publicitario, quien también debió pensar que un contrato fijo en una entidad financiera sería el mejor aval para salir del nido, comprar un pisito, casarse, montar una familia y todo eso. Los que no tenían enchufe soñaban con una oposición. No recuerdo para qué banco eran las oposiciones, pero menos mal que nos tiraron a los dos, a mí y…